Recuerdos de una niñez laudiarra, que me llevan hasta los 70. Un alto y frío muro rodeaba el caserío de Butroe. Si se nos caía la pelota dentro, lo saltábamos temerosos y volvíamos pitando. La chatarra lo poblaba todo y unas ratas de un tamaño que asustaban a los gatos y al burro que había dentro.
El muro lo derribaron, como el de Berlín, y Miguel "El Chatarrero" y su eterno farias pegado al labio, que era el micrófono por el que nos hablaba con señales de humo, se convirtieron en unos curiosos y entrañables vecinos del barrio.
Pasaron los años y Miguel cambio Laudio por Amurrio. La maleza fue ganándole terreno a la chatarra hasta cubrir el caserío.
El año pasado el ayuntamiento compró el terreno y quitó la maleza. Quedo al descubierto una casa derruida de aspecto siniestro. Se va a caer, se va a caer... decían los vecinos. Y una noche de lluvia, hará un par de meses, se cayó una de las paredes con gran estruendo.Afortunadamente, las fuerzas vivas municipales acordonaron la zona y la protegieron con esmero con una cinta y dos conos que los tumbó el viento el primer día. La zona ahora por fin es segura e infranqueable...
Van a tirar el caserío... si les da tiempo antes de que se caiga solo.
Van a hacer un parque triangular con juegos para los niños... si les da tiempo antes de que se hagan mayores y hagan botellón en él.
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