Una lágrima de emoción resbala por mi mejilla al descubrir en el fondo de un cajón un ejemplar del año 1979 de la revista VENTANAL, de la empresa VILLOSA.
Organizaban todas los años un CONCURSO INFANTIL DE PINTURA NAVIDEÑA, en el que participábamos más de 850 PEQUES de todos los colegios de LAUDIO.
La entrega de premios se hacía en marzo con una CHOCOLATADA y lucíamos una gran escarapela en la pechera, que casi arrastraba por el suelo, para evitar los mareos.
Estos fueron los dibujos ganadores de ese año en las dos categoría:
Todavía recuerdo perfectamente cuando me comentaron que había quedado primero, empatado con un compañero de aula. Ex-aequo... vaya palabro.
Este era mi dibujo con su Olentzero y todo:
Un estilo egipcio que solo permitía ir a los personajes a la izquierda o a la derecha, pero en falso 3D.
Recogí el premio: Un maletín con pinturas, un bloc y un caballete salvaje, que era más grande que yo.
Ese momento marcó el comienzo y el fin de mi etapa pictórica. Toqué el cielo con las manos, le di un brochazo, y me quedé relajado y en paz conmigo mismo y con el mundo. Tanto, que todavía hoy dibujo igual (de bien o de mal).
Objetivo cumplido...Y a otra cosa, mariposa...
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